¿QUÉ ES?
La Gentrificación[1]
deriva del término inglés “Gentry”, utilizado para hacer referencia a lo que
conocemos como una especie de clase aburguesada. Éste es un fenómeno urbano que
surge en la época del postfordismo y que consiste en que un grupo de personas
de un nivel adquisitivo medio-alto deciden instalarse en un barrio degradado o
descapitalizado cerca del centro de la ciudad por la buena relación
calidad-precio.
PROS Y CONTRAS DEL FENÓMENO
Desde que este
fenómeno nació ha suscitado innumerables debates. Es cierto que las zonas
gentrificables consiguen una revalorización del suelo y que aquellos que poseen
la propiedad de los edificios enclavados en esos barrios (mayoritariamente
formados por viviendas en régimen de alquiler) se ven arrastrados a la
rehabilitación para que la imagen que hasta el momento se tenía de ellos se
adecue a la nueva etapa. También es cierto que esto ayuda a desplazar los focos
de delincuencia hacia la periferia. Pero ¿qué pasa cuando el desplazamiento
debe hacerlo aquella gente sin apenas recursos económicos que ahora no puede
hacer frente a las subidas de sus alquileres? El debate está en el aire desde
hace más de dos siglos. Lo único que sabemos es que la “expulsión” se realiza
de forma progresiva y aquél que posee el poder económico es el que acaba
estableciéndose de forma definitiva.
De igual forma,
estos procesos tienen un carácter evolutivo y cabe destacar que lo que
anteriormente denotaba la supremacía del más rico sobre el más pobre, ahora queda
camuflado en la supremacía de la cultura y la creatividad sobre la inactividad
y la desidia. Sea como fuere, este fenómeno forma parte de lo que conocemos
como Teoría del ciclo vital de los barrios, según la cual éstos experimentan
las fases de crecimiento, declive y renovación.
ALGUNOS EJEMPLOS
Barrios tan
conocidos como el West Village, Greenwich Village, Lower East Side o el barrio
de Harlem (al que un Starbucks y un H&M le han hecho perder su esencia),
son varios de los ejemplos más conocidos a nivel internacional del fenómeno de
<gentrificación>.
En España existen
multitud de barrios que han experimentado este proceso en varias ocasiones. Uno
de los más conocidos es el Barrio del Raval en Barcelona que, tras las últimas
Exposiciones Universales (1888 y 1929), quedó plagado de cafés, tabernas,
teatros y locales todos ellos dedicados a la prostitución. Un barrio donde
proliferaba la delincuencia y que se comparaba con los barrios chinos de Nueva
York, Buenos Aires o Moscú. El Ayuntamiento realizó una serie de viviendas en
las zonas periféricas de la ciudad, cerca de los polígonos, la excusa perfecta
para que las familias de clase obrera huyeran del barrio. De esta forma el
Raval destacó por su degradación y sólo quedaban allí los que no podían o no
querían irse. Actualmente, en el barrio conviven inmigrantes y gentrificadores
que se mezclan con los estudiantes de las Escuelas del Barrio.
En Madrid, zonas
como Lavapiés, Tetuán, Chueca o el Triball, son algunas de las más destacadas. Mientras
el Barrio de Chueca ha sido comparado con el Greenwich Village de Nueva York,
el de Triball ha sido comparado con el Soho de Manhattan ya que en 2007 la
Asociación de Comerciantes con el mismo nombre que hoy tiene el barrio, compró
prostíbulos y se los cedió a diseñadores y artistas para que allí pudieran
desarrollar su actividad. Como curiosidad, hay que reseñar que existe un
colectivo denominado TXP que ofrece visitas guiadas por estos barrios bajo el
nombre de “Gentrificatours”.
El nuevo foco de
atención en Madrid, es el barrio de Tetuán, dónde está instalada la comunidad
dominicana: precios bajos, buenas comunicaciones, cerca del centro, la
universidad y justo al lado de un importante eje comercial.
Otras ciudades,
aparte de Barcelona y Madrid, también poseen barrios gentrificables, como es el
caso de La Alameda en Sevilla o del Barrio del Carmen de Valencia que cuentan
con el apoyo de las instituciones públicas y del capital inmobiliario.
Aunque se insiste
en que el proceso no puede centrarse únicamente en la perspectiva de que los
ciudadanos más humildes, ancianos e inmigrantes han sido “expulsados” del
barrio por jóvenes de clase media-alta, parejas o solteros, artistas o de
profesiones liberales con fuertes intereses culturales, sino que hay que tener
en cuenta que la seguridad ha aumentado en estas zonas y que se ha pasado de
lugares repletos de yonquis y prostitución a barrios temáticos, hay que tener
en consideración las peticiones de desarrollo de políticas que favorezcan el
mantenimiento de comercios que den servicios a la población. Si esta premisa se
cumpliera, la Gentrificación no se reduciría al hecho de un barrio humilde que
se pone de moda.
SI QUIERES CONOCER MÁS A FONDO ESTE
FENÓMENO…
Si queréis
conocer más acerca del tema no dejéis de leer a varios autores que salen a
relucir cada vez que buscamos el término “Gentrificación”: autores como David
Ley o Neil Smith, éste último centrando su obra entre los años 70 y 80 y su libro
“La nueva frontera urbana”. También encontramos a Jane Jacobs con su “Muerte y
vida de las grandes ciudades”; y no podíamos dejarnos a un autor de casa que en
2014 nos presentaba su “¿Gentrificación o barbarie?”, Ibán Díaz Parra.
Este artículo
surgió a raíz de la noticia de este 11 de Octubre de 2015 “Ira contra la tienda
hipster de cereales”, firmado por Marta Núñez Gallego (Londres – Madrid) para
Noticias Cuatro. Actualmente, este fenómeno se relaciona directamente con el
fenómeno hipster, por el que la decadencia y la criminalidad se ven
substituidas por piruletas, ropa vintage y cupcakes. A continuación os dejo el
enlace como curiosidad:
Cereal Killer - Brick Lane |
[1] Es M.Pacione, en 1990,
quién le pone este nombre al fenómeno tal y como lo conocemos ahora
BIBLIOGRAFÍA
- "La gentrificación, ¿el producto de una economía hipster?" Artículo de eldiario.es, sección Cultura y Tecnología de 24 de Septiembre de 2014
- Sargatal Bataller, M.A. El estudio de la gentrificación. Biblio3w. Revista bibliográfica de geografía y ciencias sociales nº 228. Barcelona. Universidad de Barcelona, 2000.
- "Pobre Barrio Rico", artículo publicado en El País, 31 de Marzo de 2013 por Sergio C. Fanjul